En el año 2005 me encontraba de paso por Bogotá en compañía de Gilda Mantilla. El nuestro era un trayecto por tierra que partiendo de Caracas nos iba a llevar hasta Lima, en uno de los viajes en los que le fuimos dando forma a Dibujando América. Aprovechando que mi estancia se iba a alargar más de la cuenta, pues ella tenía que interrumpir el periplo por un tiempo, fui invitado a participar en una exposición colectiva en el Museo de Arte de la Universidad Nacional (*).
A esas alturas, en ese y en otros muchos viajes previos, había llevado a cabo un sin número de trayectos en bus de larga distancia y hacía tiempo, pues, que quería trabajar sobre un motivo en particular: las vistas nocturnas, aprehendidas desde las ventanas de esos vehículos, en Venezuela, pero sobre todo en Colombia. Estas vistas fugaces desde un bus a toda carrera, en las que se alternaban la oscuridad y la luz mortecina de postes y faroles, concentraban una mezcla rara de deseo y melancolía. Paisajes rurales, arrabales de pueblos y ciudades; gentes, animales y objetos apenas entrevistos; locales, negocios y publicidades. Lugares que nunca iba a conocer, desvíos que nunca iba a tomar, personas que nunca más volvería a ver. Ciénaga, El Copey, El veinticinco, No te pases, Pailitas, Aguachica, Once reses, El Porvenir, El Placer… Poblaciones muchas de ellas tristemente famosas por hechos violentos que además las teñían de dolor e ira.
Siguen los éxitos permitió agrupar un primer conjunto de imágenes en los que vistas recordadas de memoria, sintetizadas y abstraídas algunas, medio reconstruidas o inventadas otras, empezaron a mezclarse con imágenes de las noticias y otras fuentes, para construir esta espacie de geografía político-sentimental en movimiento.
Raimond Chaves
(*) ¡¡¡… del otro mundo!!!, Museo de Arte de la Universidad Nacional, Bogotá. Muestra curada por Fernando Escobar.