A continuación, una vez se acabó esa racha volvieron los incendios pues esta ciudad se está quemando todo el tiempo. Arden cines, restaurantes, depósitos, basurales, fábricas, edificios y galpones. Esta vez el humo y las llamas se acabaron comiendo el brillo del cielo y a vivos y a muertos les tocó desvanecerse en el aire y escurrirse por entre el cielo roto.
Los incendios permitieron caer en cuenta de que esta urbe de todos contra todos es en realidad una ciudad de esclavos y el escenario de una renovada y continua lucha de clases. La violencia la ejercen avezados de cualquier estrato valiéndose de todo tipo de artimañas; mientras la mayoría, no hace otra cosa que aplicársela contra sí misma.
Billy Murcia