Fifth Generation
Juan Sebastián Peláez
Cali, jun. - ago. 2017
Vivimos en la era de la muerte, sabemos que a todas esas cositas lindas por las que nos rompemos el lomo trabajando, y que compramos con ahínco, no les queda mucho tiempo de vida. De la ya lejana idea comercial de lo duradero pasamos a lo actualizado, o mejor, a lo que se actualiza. No es de extrañar que nuestras propias vidas, los universos que habitamos y nuestras políticas cotidianas estén atravesadas por estas dinámicas. Tenemos que estar actualizados en la información, saber de lo que se habla, ir al ritmo descarnado del mundo, para eso están las redes sociales y la internet, para recordarnos que a cada segundo nos estamos des-actualizando y que existe la posibilidad de no caer en esa arritmia.
La sensación de actualización nos conecta con el resto del mundo, nos vuelve “opinantes”, democráticos y no muy subversivos; no estoy descubriendo el agua tibia al decir que cada vez la información, como la tecnología, por su sobre-producción infinita, es imposible de atrapar. Un bombardeo en Siria, una violación en el sur de la ciudad, el lanzamiento de una consola de video juegos, sólo queda la oportunidad de hacer comentarios rápidos y descontextualizados de todos los fenómenos. El meme es la imagen crítica por excelencia: se adapta rápido, utiliza muy pocos recursos y se viraliza fácilmente; se aprovecha de la fuente misma de la información, también, y como es preciso, muere con la velocidad de un rayo.
Fifth Generation de Juan Sebastián Peláez es una suerte de meme. Un ejercicio que tiene la capacidad de hablar de lo obsolescente desde los parámetros más anquilosados de la modernidad. Puede disfrazarse de arte decorativo y corporativo con simples gestos que parecen geométricos y pictóricos pero que en últimas sólo son un zoom a un logo de otro artículo en vía de extinción en este mar de promesas. Se aprovecha de la incidencia poderosa del arte moderno en ferias, colecciones y galerías para insertar una imagen que no tiene nada que ver con los ideales de perdurabilidad y eternidad que profesaba la modernidad. Por el contario, las imágenes que Juan Sebastián Peláez propone son solo el rastro de un imperceptible fenómeno digital dentro de la maraña infinita de estos mismos fenómenos, el rastro cadavérico de otro experimento económico que seguramente fue un boom en el mundo de los video juegos y que ya no es más que un objeto de culto para algunos geeks que no se han dado cuenta que absolutamente todo está condenado a lo vintage casi al mismo tiempo de nacer.
Tony Hawk es un patinador norteamericano que ha ganado innumerables títulos en el skate. En 1999 Hawk firmó un jugoso contrato con Activision para hacer un juego de skaters para la consola Nintendo 64, sin saberlo estaba firmando la muerte de la consola. Después de sacar este juego que llevaba su nombre, Nintendo decidió dejar de producir la Nintendo 64 y sacó al mercado la Game Cube que fue la predecesora de la Wii. Por consiguiente Tony Hawk’s Pro Skater 3 fue el epitafio con gráficas en 3D de un producto que le garantizó a Nintendo millones y millones de dólares en ventas alrededor del mundo.
Me gusta imaginar que las pinturas de Juan Sebastián Peláez son epitafios irónicos de la pintura de sala, esa pintura que aunque moribunda, todavía tiene un estatus incorrupto en ciertos círculos económicos y estéticos, si es que esto último tiene algún sentido. Me gusta pensar que estas pinturas son un juego, una treta, una especie de farsa, como lo es todo en estos tiempos de muerte y obsolecencia programada.
Gabriel Mejía Abad
Créditos
Exposición
Fifth Generation
Fechas
Junio 22 – Agosto 4, 2017
Lugar
(bis) | oficina de proyectos
Calle 23 Norte 6AN-17, oficina 412
Cali, Colombia
Artista
Juan Sebastián Peláez
Escritor
Gabriel Mejía Abad
Agradecimientos
Carlos Andrés García
Henry Salazar