En la selva hay una ciudad, en esa ciudad hay una biblioteca y dentro de ella está la selva.
Entre diciembre de 2010 y agosto de 2011 llevamos a cabo seis visitas a Iquitos con el fin de recopilar documentos (imágenes, textos y partituras) en la Biblioteca Amazónica del CETA y en la Biblioteca del IIAP, así como en sus hemerotecas. La pesquisa se amplió a las librerías de la ciudad donde adquirimos libros y revistas varios y también a los puestos callejeros de periódicos y semanarios locales. Esa “labor extractiva” es la que ha dado pie a los trabajos que se presentan en esta exposición.
Pese a lo que pudiera suponerse, esta muestra no apunta tanto a un territorio físico concreto —la Amazonía—, ni alude a una floresta o a una ciudad determinadas, como busca cuestionar las maneras en que aquellos lugares son construidos por las imágenes. ¿Cómo nos relacionamos con y a través de ellas?, ¿cómo repercuten aquí y allá contribuyendo a modelar imaginarios y tópicos?; porque en definitiva el territorio sometido a indagación no es otro que el de las propias imágenes y nuestra ubicación en él.
No se busca por tanto confirmar algún tipo de naturaleza, entendida como “esencia y propiedad característica”, ni tampoco dar fe de hallazgo alguno, sino preguntarnos si creemos a pie juntillas en aquello que cuentan las imágenes o si por el contrario somos capaces de adentrarnos por sus resquicios, de desdoblarnos en sus fuera-de-registro, de diluirnos en sus brumas, de descomponer su luz. Si podemos reordenarlas y orientarnos diferente, para encontrar otras —nuevas y desconocidas— certezas. O yendo más allá, si osamos renunciar a ellas, pues a la selva desde aquí sólo la (in)comprendemos como imagen, algo que nos aleja de su entendimiento.
No pudiendo ni queriendo hablar por otros, renunciando a la etnografía y a la antropología y dejándonos llevar por la corriente de una metodología sin lógica, quedamos en un estrecho limbo en donde practicar —con suerte— una especie de anti-paisajística, y abocados a un turismo escéptico, a perdernos a propósito en la frondosidad del papel, las manchas y los signos. Una ciega labor termita, arbitraria y desorientada. Unas pocas intuiciones, esperamos, tan lejos de la ingenuidad como del cinismo. Un afán incómodo.
Gilda Mantilla & Raimond Chaves
Lima, agosto de 2012