A finales de la década del 60 surgió un movimiento católico militante en América Latina que, basado en el legado de Camilo Torres, se preocupó mas por la mortalidad que produce el hambre que por la inmortalidad del alma. Distintos grupos de sacerdotes y religiosas, a lo largo y ancho de Suramérica, trabajaron con comunidades oprimidas para ayudarlos a solucionar problemas relacionados con el acceso al agua, la vivienda y otras necesidades básicas. Toda esta reflexión se dio a partir de las transformaciones impulsadas por el Papa Juan XXIII, el Concilio Vaticano II y el ejemplo de sacerdotes europeos como el abate Pierre de Saint Denis.
Este movimiento religioso adquirió una fuerza inusitada en Medellín, dónde varios sacerdotes y religiosas se dedicaron a trabajar por la defensa del techo de las comunidades más empobrecidas. Conocemos imágenes de estos procesos gracias a la fotógrafa antioqueña de ascendencia italiana Giovanna Pezzotti, una mujer que andaba siempre con sus cámaras colgadas al cuello y que tomó la decisión de acompañar al padre Vicente Mejía y otros militantes de la época, a registrar todo lo que estaba sucediendo donde se luchaba por derechos fundamentales en la ciudad.
Después de trabajar con los sacerdotes, Giovanna siguió haciendo reportería de aquella que no se hacía en la época. No retrató el Medellín pujante de las calles y avenidas recién terminadas o de los edificios modernos recién construidos; ella retrató el Medellín de las clases populares que trataban de subsistir en las calles y que venían migrando de diferentes lugares del país.
Por sus decisiones como fotógrafa y por su cercanía con la Unión Patriótica, Giovanna tuvo que exiliarse a finales de los años ochenta y se convirtió en otra de estas figuras profundamente afectadas por el conflicto en nuestro país. Giovanna falleció en enero de este año, esperando que el Estado colombiano le reconociera un lugar como víctima del conflicto armado. No lo logró. Tampoco se le ha reconocido aún el lugar que tiene en la historia de la fotografía de esta ciudad y del país, y el papel que cumplió en la reivindicación de los derechos de los más pobres y vulnerables.
Este mural es un homenaje a esta fotógrafa militante, la primera reportera gráfica de la historia de la ciudad.
Carlos Uribe